El silencio siempre había sido su única posesión, su faz siempre tranquila; como si nada de lo que ocurriera a su alrededor le afectara. Pero eso no era verdad su educación había sido poco mas o menos militar, por sus tíos que le reprendían y le hacían no mostrar sus sentimientos, aquellos que solo por dentro podía sentir; cada instante de su vida ha sido así, pero ahora prácticamente era obligado a mostrarlos.
escuchar los reclamos de su hija adoptiva, el tono que ocupaba y sobre todo la decepción que ella tenia eran los principales argumentos para desarmar a una muralla que ahora no permitía bloquear toda la maraña de sentimientos encontrados, no mostrar quien era cada vez fue mas difícil, sobre todo esa lapidaria frase “¡No eres mi padre!” le tomo como un martillazo en la cabeza.
sin embargo, logro no desarmarse y romper incluso en llanto, delante de ella, no era su estilo y aunque en apariencia parecía que era cierto todo los reclamos, el estaba consciente que no, que amaba a esa niña, aquella que llego a su vida para hacerlo mas alegre, quitarle algunas telarañas que le habían dejado de niño; ya a solas lo único que hizo fue llorar aunque no como el quisiera para limpiar su alma de todo aquello que le dolía, pero que su silencio le impidió mostrar, y solo dejo ir a su hija, comprendiendo que no puede usurpar un puesto que nunca fue suyo.
Nuevamente el silencio era quizá su única compañía, ¿luchar para que? no iba a hacer cambiar de opinión a alguien tan especial como "su hija" y no deseaba hacerlo puesto que ella no emprendería que era todo lo que pasaba por su mente y lo que el pensaba era solo en el caos que se estaba convirtiendo sus emociones, solo una persona lo conocía bien y sabia que era lo que pasaba en su mente, pero el la había alejado por miedo a hacerle daño, sin embargo termino por dañar a alguien mas y eso era precisamente lo que hacia que se alejaran de el.