Esas palabras resonaron como
un murmullo en los oídos de Thulani, como el susurro de una madre a su hijo; la
primera pregunta que se hizo el joven fue: ¿Quién es esta mujer que incluso
sabe mi nombre? Leyéndole la mente la mujer contesto, “se tu sufrir, que amas a
la mujer que esta por casarse en estos momentos, que por ella te atreviste a
violar un camino considerado sagrado por tu pueblo, en pro de lo que consideras
justo para ti; pero te puedo preguntar: ¿Crees que es justo para tu pueblo?”
La pregunta resonó nuevamente
en el cerebro de Thulani, quien no atinaba a reaccionar si no fuera intentar
correr para llegar a la ceremonia e impedir la unión, en eso la mano de la
mujer le detuvo impidiendo el andar; el agarre era firme y con la fuerza
necesaria para detener a un joven fuerte e impetuoso, el ruido de los tambores
empezaba de nuevo signo inequívoco de que la ceremonia seguía su curso normal.
“Déjame no me hagas perder el
tiempo con preguntas que no tienen razón, además el pueblo poco sabe del amor
de ella y mío, menos tu mujer; apártate de mi camino,” sin embargo no fue
soltado al contrario lo sujetaron con mayor fuerza, a punto de la locura
Thulani logró zafarse y mirar a quien le impedía el paso, logro ver el rostro
de la dama, no era una mujer del pueblo puesto que su cara emanaba un brillo
especial, en ese momento noto que la luna estaba oculta por una nube, y no era
un reflejo en la ropa sino que el brillo era parte del cuerpo.
La mujer entonces le dijo su
nombre: “me llaman Innyanga” al oir esto no pudo más que sentir un escalofrió
que le recorría la espalda, nada más y nada menos que la madre de sus dioses en
persona, la diosa hecha mujer ante él y preguntando por su amor, no supo que
hacer, y cayo de rodillas ante ella, pidiendo perdón por violar las reglas de
la aldea; pero era necesario para poder impedir la boda que le arrebataba al
amor de su vida, “escuche los ruegos tuyos y de ella pidiendo mi ayuda, y aquí
estoy; no eres como los demás de tu aldea tienes la determinación incluso de
hacer algo tabú: caminar la calzada de los muertos.”
Le explico la razón de su
presencia en ese momento y de alguna manera se conmovió por las suplicas de sus
hijos terrenales, ahora ella estaba ahí para ayudarlo y sobre todo hacer valer
el amor de ambos, aunque ello significara que siguieran las riñas entre los
pueblos; Thulani no espero más y se puso de pie para continuar con su camino, y
llegar a impedir la boda, pero una vez más Innyanga lo detuvo, “necesitas
llegar con un plan trazado, porque los aldeanos serán capaces de no hacer valer
la ley.”
Innyanga camino a su lado
trazando un plan para poder llegar hasta el centro de la aldea, el andar de la
Diosa Luna era tranquilo pero ágil, demostraba una seguridad etérea, sus pasos
eran apenas percibidos al caminar, pareciera como si flotara, pero la sombra
proyectada daba cuenta de sus pasos, una vez que llegaron a la aldea le dijo
que debía gritar la consigna para retar a duelo al futuro esposo; esto para
invocar la ley que le permitiera luchar
por su amada, ella se encargaría de hacer valido el reto y evitar en lo posible
la confrontación de los pueblos.
El paso de ambos era ligero,
casi estaban por llegar al lugar de la ceremonia, entonces Thulani con la
confianza de la madre de sus dioses, apresuro un poco más el paso, llegando al
centro de aldea casi corriendo, y lanzando un grito lo suficientemente fuerte
para que cada uno de los asistentes lo escucharan; todos asombrados voltearon
hacia la calle que solo servía para ir al cementerio.
Al escuchar el grito el patriarca
se levantó de nuevo de su trono, exclamando: “¿Quién ha interrumpido la
ceremonia con semejante grito?” respondiendo Thulani de inmediato haciendo eco
en la ley de poder desafiar al contrayente a un duelo a muerte por la mujer que
se desposaría, más si el matrimonio era arreglado entre familias o entre
pueblos, como era el caso de Mbali y el joven aldeano hijo del líder de la
aldea vecina.
“¡Exijo mi derecho a luchar
por la mujer que amo!” fue la expresión del joven Thulani, todos los asistentes
empezaron a murmurar, sabían de antemano que era una lucha pareja, puesto que
el hijo del líder de la aldea era un hombre muy fuerte y muy diestro en la
pelea, por su parte Thulani era considerado el mejor guerrero de su tribu, por
su arrojo y valor, incluso llegando a pelear con animales feroces.
Los habitantes del pueblo
vecino empezaron a gritar que todo era un teatro para no desposar a los
jóvenes, así como evitar la unión de los pueblos; la voz de patriarca sonó lo
más fuerte que pudo, tratando de conciliar entre ambas facciones que empezaron
a lanzarse improperios unos a otros, “calma queridos hermanos, esto es algo que
no esperábamos pero por la tradición debemos cumplir con la ley, puesto que
nuestra madre nos castigaría si no
cumplimos.”
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