El
clima era envidiable, un calor que invitaba a salir a la playa y nadar en el
mar; la habitación era acogedora, Frank y
Raizel se acomodaron y esperaron a que la temperatura bajara un poco
afuera, mientras tanto ellos creaban el calor
dentro de esas cuatro paredes; muchas veces habían soñado ese momento de
llegar a un paraíso que les permitiera descansar y disfrutar de estas paradisiacas
tierras.
Caía
la tarde cuando salieron de su habitación a la playa, ella no noto que dos
personas lo seguían a corta distancia, parecían de la misma ciudad; solo los distinguía
su actitud de vigilancia, Frank no perdía detalle de estos personajes no podía evitar
sentir algo de desconfianza y recelo pero también pensó que como eran
extranjeros, además él no era el tipo que buscara problemas, había aprendido lo
básico para evitar cualquier eventualidad.
La
playa se encontraba aun abarrotada de gente, buscaron un lugar para poder
descansar y pasar la tarde disfrutando la brisa del mar, ella se apartó de el un momento para ir a nadar un rato al mar, el
quedo contemplando el gracioso andar de su novia; mas absorto estaba cuando las
dos personas que lo vigilaban se le acercaron tratando de hablar con él, en un inglés
más o menos entendible, querían hablar con él a solas.
La
actitud de ellos no era de amenaza, más bien de querer transmitir un mensaje de
alguien más, pero con el inglés que manejaban se hacía un poco complicado, intentando entender lo que le decían los
extraños, solo atinó a decir que los vería
después que sería solo después de disfrutar la playa y el clima de esta
hermosa tierra; ellos hablando en español le comentaron que lo vería el jefe de
ellos en el bar de hotel en la medianoche que por favor asistiera, ahí sabría el
motivo de su invitación.
Al
retirarse los hombres Raizel se mostró extrañada y pregunto q Frank que sucedía,
“no es nada solo querían que les alquilara un departamento de tiempo compartido”
tras darle un beso le pidió que olvidara el suceso, se retiraron a disfrutar un
paseo por la avenida principal para observar la vista de los numerosos negocios
y la hermosa vista del mar tranquilo de la bahía.
La
noche invitaba a salir de fiesta en algunos de los lugares que existían en la
playa, decidieron entrar al bar del hotel donde se ofrecía música tropical en
vivo, además de una gran variedad de cocteles y bebidas para los paladares exigentes
de los turistas, el ambiente era inmejorable para divertirse, casi era media
noche cuando Frank noto un movimiento inusual para una fiesta varios personas
llegaron y tomaron lugares estratégicos, como si algún personaje importante
hubiera llegado.
La
situación de la ciudad no era precisamente tersa sabía que había muchos
conflictos entre bandas delictivas rivales que se disputaban la plaza para la
venta de enervantes, pero que a los turista no eran molestados por su carácter de
extranjeros, aun así empezó a preocuparse por la integridad de ellos, pero prefirió
mantener un perfil bajo para poder en caso de alguna contingencia salir rápido de
esa zona; al observar el movimiento de los recién llegados, pudo apreciar a quienes
lo habían contactado, llegaron con quien supuso era el líder.
Ellos
al verlo le indicaron al jefe que su contacto estaba en el lugar, a los que le
hizo llamarlo para de una vez hablar con él; se dirigieron hacia Frank y le
indicaron que necesitaba su líder hablar con él, solo le pidió que de alguna
manera no hicieran nada extraño y que con gusto hablaría con su jefe, al dirigirse
hacia el rostro se le hizo familiar, no recordó exactamente dónde pero su cara la
había visto en otro lado.
“Así
que Frank Colberg se encuentra en mi ciudad” fueron las palabras de Cesar Díaz líder
de una de las bandas con más presencia
en el puerto, otrora miembro del ejército americano, de donde conocía a Frank y habían combativo juntos en el medio oriente,
él había pedido su baja un año antes, y se refugió en México donde logro su imperio aplicando los métodos de
terrorismo y de intimidación que de alguna manera le fueron conocidos dentro de
la milicia.
Cesar
Díaz no era un personaje común, era precisamente un hombre con muchos recursos
tanto materiales como intelectuales, su complexión era atlética, altura de 1.80
más pelo oscuro y ojos penetrantes como
si pudiera meterse en la mente de sus enemigos, era frio al momento de tomar decisiones;
no mostraba furia al menos físicamente pero en su interior era un volcán a punto de hacer erupción.
Frank
al ver y reconocer la voz no pudo más que sorprenderse y respirar aliviado de
conocer a quien de alguna manera le invitaba a conversar con él, “ha sido mucho
tiempo, desde nuestra última misión juntos Cesar;” al sonreír el líder ordeno que
los dejaran solos que no había peligro entre ellos, al contrario eran
camaradas, al dejarlos solos y empezar a conversar, le dijo que de alguna
manera el sabía que se encontraba en el puerto por eso lo hizo vigilar y
hacerle saber que quería hablar con él para tratar un asunto que le podría interesar.
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