jueves, junio 05, 2014

El asesino de la llamada.

El crimen había sido consumado, el cadáver se encontraba en el pleno de la sala, solo se observaba un orificio en el pecho, la sangre al escapar del cuerpo había formado un charco que  lo rodeaba; quien descubrió el asesinato fue el detective Rodrigo Guerrero, al atender un llamado anónimo, en el que relataban que un hombre había sido ultimado en la sala de su mansión.
No era el primer caso que se reportaba de esta manera, con este caso eran cinco los asesinatos cometidos con el mismo modus operandi y la misma llamada, siempre de un teléfono público; esto ya salía de los delitos comunes y todo apuntaba a un asesino en serie, alguien que de alguna manera gustaba de dar a conocer sus hazañas; no solo a la policía llamaba sino también a algún medio de comunicación para dar a conocer al “asesino de la llamada”.
Los casos eran similares: hombres todos ellos siendo asesinados con un tiro perfecto en el pecho, hecho a la misma distancia para evitar el quemado de la ropa, siendo la bala extraída con sumo cuidado para no dejar marca del tipo de proyectil y calibre; además de las llamadas a la policía y a los medios, los cuales terminaron nombrándolo  “el asesino de la llamada” la notoriedad de este misterioso asesino era ya muy grande y se manejaban diversos perfiles de quien  era este personaje.
El  gobierno estaba desesperado por no contar con pistas suficientes para dar con el asesino, no había una pista que pudiera dar certeza de como seleccionaba a sus víctimas; cada una de ellas era distinta entre sí: el primero fue un ejecutivo en ascenso, el segundo un simple empleado de gobierno de mediano estatus, el tercero era un guardia de seguridad privada, el cuarto era un médico y el ultimo un hombre que recientemente había ganado una fortuna en la  lotería.
¿Qué era lo que estos hombres habían hecho para ser marcados por la muerte? Era la pregunta que se hacia el detective Guerrero, era buscar una aguja en un pajar, ¿por dónde empezar? ¿Cómo adivinar el motivo de los asesinatos? Todo era confuso incluso no había una conexión aparente de cada uno de los asesinados.
Para el Detective Guerrero, todo estaba tan enredado como el famoso nudo gordiano, aquel que logro romper Alejandro Magno;  sin embargo no podía una espada en esta ocasión romper este nudo, el trabajo seria arduo y tenía el tiempo contado para evitar el siguiente asesinato.
Cada detalle había sido minuciosamente observado, en cada escena del crimen con lujo de detalle y con la tecnología más avanzada se buscaban huellas indicios fibras y posibles muestras de ADN, pero era inútil, el asesino o asesina era muy meticuloso y no dejaba ninguna pista al menos en estos crímenes; esto tenía en constante presión a la policía nacional y no se diga cómo estaban los altos mandos.
Los expedientes de estos crímenes estaban en un escritorio de la oficina de la procuraduría nacional, específicamente en el de Guerrero; cada uno del grueso de una pila de libros, revisados una y otra vez sin encontrar algún detalle  de que pudo haber sido el motivo de tan certeros crímenes, algo que tenían claro era que este asesino poseía una habilidad y un exagerado sentido de la limpieza y de no dejar huellas.
Después de leer muchas veces los expedientes y cansado de estar en el escritorio, salió a tomar aire a la terraza, buscando una iluminación o cuando menos una idea de que era lo que pasaba, en eso sonó el teléfono de su escritorio estando solo se escuchaba claramente hasta la terraza; corrió a contestar y escucho una voz distorsionada que le hablaba de manera familiar por su apellido: “detective Guerrero un placer hablar con usted, sé que es el encargado del caso del “asesino de la llamada” mi caso quiero decir,  a usted tendré que reportar mi siguientes casos.”

La cara del detective era de sorpresa y a la vez de espanto, como era posible que este asesino obtuviera información de quien estaba llevando el caso, además tenía la audacia de llamarle a las mismas oficinas de la procuraduría, retando a la justicia y a la vez dando a entender la seguridad de no ser atrapado; al menos por ahora.

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