sábado, marzo 08, 2014

El Francotirador IX...

…Si aquel jefe de la organización era nada y nada menos que Duncan Williamsson, el padre de Raizel, aquel hombre aparente bonachón y amable con sus clientes en el banco de la ciudad, era el más astuto cabecilla de una organización internacional, controlada desde el centro de consumo, no de la producción como se pudiera pensar, aquel hombre que Frank conocía no era ni la mitad de esa persona con un poder ilimitado, no solo en el ambiente económico de la ciudad sino también en el país, y a ahora conocía el verdadero poder que tenía en las manos.
“¿Sorprendido mi querido yerno?” fueron las palabras que recibió de parte de Duncan, sentado cómodamente en su escritorio de finas maderas importadas y acorde a la oficina de su casa; lugar que muchas veces Frank  recorrió cuando visitaba a Raizel, y las innumerables ocasiones en que se ponía a platicar con su suegro de sus actividades dentro del ejército, así como su ascenso dentro de los tiradores designados; ahora todo tenía un antecedente de como aparte de Díaz sabia de sus habilidades.
“Gracias a ti podemos decir que la zona de Guerrero en México es nuestra completamente, ahora todos los encargados de la siembra y transporte son nuestros colaboradores; “fueron las palabras de agradecimiento de su ahora jefe, empezó a platicarle de cómo pudieron ponerse de acuerdo César Díaz y el para lograr que colaborara en la implementación del plan de limpieza así como la ayuda invaluable de Galia, hermana de Díaz quien aparte de servir de distracción de Raizel, fue quien realmente logro la alianza con algunos jefes regionales.
“Ahora tu labor será distinta,  puesto que regresaras al servicio activo, solo cumplirás el primer año y tramitaras tu retiro, para poder realizar con la mejor comodidad tus labores de limpieza ahora en nuestro territorio,” fue las órdenes recibidas por aquel hombre que ahora desconocía, dicho esto lo invito a pasar a la sala donde lo esperaban su novia y la familia para tomar la cena, tendría que fingir que no pasaba nada para no delatar las verdaderas actividades de Duncan.
La cabeza de Frank era un caos, por un lado  se derrumbaba el ídolo de buen ciudadano que tenia del padre de Raizel, por otro lado suprimirlo era prácticamente era firmar el dejar a su novia sin padre y con el remordimiento de ser el quien lo elimino; todo era un continuo ir y venir de pensamientos contradictorios, exponer a alguien así no era muy de su estilo, despejo  un poco la mente en el camino a la sala para poder tener la mejor cara delante dela familia.
En la sala ya lo esperaban, pero no solo era la familia en pleno, sino que había invitados: dos personas muy conocidas para él y Raizel; nada más y nada menos que César Y Galia Díaz, compartiendo la plática con la madre de ella amenamente y departiendo unos bocadillos, las miradas se dirigieron a los recién llegados con la alegría de ver a alguien que nuevamente estaba en casa, además de las sonrisas de complicidad de los Díaz y el padre de su novia; cada uno representando una especie de comedia para la madre y el otro hijo de los Williamsson: James, quien recientemente se había graduado de la preparatoria e ingresaría a la universidad.
La situación era por demás incómoda para Frank, por un lado tener que hacer algo que no muy podía hacer: fingir no conocer el pasado de casi todos los miembros de esa reunión, que quien consideraba un buen hombre era en realidad una persona distinta, y como dos personas aparentemente lejanas de esta familia estuvieran compartiendo la  plática como su fueran amigos de  años,  departió los momentos de la cena pero al terminar esta se retiró, argumentando no sentirse bien; que de hecho era verdad, pero también necesitaba estar solo para tranquilizar su mente y pensar que pasos seguir dentro de esta vorágine de acontecimientos.
Toda la situación había cambiado ahora tendría que modificar los planes para poder zafarse de todo esto, pensó en mil soluciones para poder solventar esto desde el mismo eliminar a los miembros de la organización, pero sin dejar rastros para no pensar en lo que podría ser una gran pérdida para su novia, pero algunas de las cosas no saldrían como el esperaba, siempre estaban los subordinados de Duncan: los hermanos Díaz; quienes de alguna manera sabían cómo trabajaba Frank, y la manera en que podrían ponerle precio a su cabeza dentro  de la organización.
La solución vino a su mente en la figura de los agentes de la Agencia Antidrogas; ello podrían encargarse de quitar de en medio a los involucrados de todo esto; pero el pendiente principal era sin duda Duncan, quien no solo sería noticia local sino internacional, por la trascendencia de su detención, el líder de una organización demasiado grande que controla el tráfico de enervantes y armas tanto para los  EE UU como para los países latinos.
De alguna manera el tendría quizá que responder por los crímenes cometidos en tierras mexicanas, pero sería un riesgo que correría para no involucrarse más en este asunto, contacto a uno de los agentes que lo visitaron en su hotel en México, para decirle que podrían capturar al jefe pero que él no quería aparecer como el delator, por  su familia y la integridad de su investidura de militar, podría ser en calidad de testigo protegido, para poder señalar a quienes están detrás del poder de esa organización.
Pasaron días desde su entrevista con el agente antidrogas; pronto regresaría a sus actividades dentro del ejército y no veía ningún avance de las investigaciones, incluso lego a pensar que los agentes habían sido comprados por la organización de Duncan, caminaba tranquilamente por la calles de Raleigh, observando las calles atestadas de gente, cuando a lo lejos observo  un destello: una especie de espejo que reflejaba la luz del sol, inmediatamente recordó que probablemente sería una mira telescópica, cerró los ojos y escucho un sordo disparo y cayó al suelo muerto.


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