lunes, noviembre 11, 2013

Relatos... El escritor de historias cortas


El humo emanado del cigarro número 20 de la noche era ya denso, el olor a tabaco se mezclaba con el aroma del whisky que el escritor de historias cortas había derramado en la mesa, mientras nuestro personaje miraba fijamente el monitor de la computadora que le habían facilitado para poder realizar su trabajo; cada semana tenía que entregar un mínimo de dos cuartillas de un cuento o novela corta para poder publicar en el fin de semana en el Diario La fuente.
Con una imaginación muy activa pero ahora revolucionada por el tabaco y el licor, pero no podía ordenar sus ideas, cada una volaba en dirección contraria a una buena historia, personajes dispares como por ejemplo: una chica universitaria, un galán venido a menos; entre muchos otros que le hacían el trabajo más pesado; estaba contra reloj puesto que sus problemas personales lo agobiaban,
La mirada fija en la pantalla de la pc intentando empezar a fluir para poder tener la idea primaria de su historia corta, nos meteremos en su máquina para conocer lo que el escribe:
"El caminar de Irlanda era activo pero no muy exagerado, era de las personas que siempre vivía de manera tranquila pero activa; cada uno de sus movimientos eran felinos inconscientemente irradiaba seguridad,  pero dentro de su mente tenia siempre una lucha entre sentirse sola y la necesidad de tener a alguien en quien confiar, pero ese alguien no era ninguno de los muchos ´pretendientes que ella tenía; de hecho le aburrían puesto que nada más buscaban su compañía sexual.
Iri como la llamaban algunas amigas; buscaba algo más necesitaba a "la persona", aquella compañía que le hiciera sentir plena y sobre todo protegida, alguien que no solo quisiera sexo sino también una agradable platica, y porque no un silencio cómplice que le hiciera más amena y feliz su vida.
En la escuela le sobraban pretendientes, muchos de ellos apuestos varones, sin embargo ella no hacía caso de sus palabras, ella soñaba con alguien especial, lo veía entre sombras en su sueños pero nunca mostraba la cara, incluso les comentaba a sus compañeros que tenía novio que era alguien mayor que ella, a sus 24 años, les comentaba que se llevaban algunos años no diciendo cuantos para  no echar a perder la mentira creada.
Julián era un tipo medio raro algo entrado en años, 34 años para ser exactos, un tipo normal, mediana estatura, no muy guapo, pero su atractivo eran sus ojos un color heredado de familia, no todos sabían de sus gustos y aficiones; por lo general era muy discreto en sus cosas, solo comentaba en su trabajo cosas banales  que no reflejaban sus preferencias.
Había pasado por muchos tragos amargos durante su vida cada uno de ellos lo hicieron ser más reservado en su manera de ser, un matrimonio fallido y diversas rupturas lo hacían pensar que él no tenía ninguna oportunidad de ser feliz, leía libros de superación personal y trataba de rehacer una vida nueva cada día.”

¿En donde se cruzaron estas vidas? Esa era la gran interrogante del escritor, llevando una sola cuartilla apuro el sorbo de su whisky y jalando la última bocanada de humo del cigarro, su mente necesitaba un descanso y sobre todo su cuerpo necesitaba dejar ese estado entre la borrachera y la inanición, apago el monitor y dejo que su mente divagara un poco en el momento en que vendría el momento y como seria la situación de cada uno.
Fue entonces cuando llego la chispa que le permitió un buen encuentro de estos personajes,  raudo y veloz encendió de nuevo la máquina y  se escuchó solo el ruido de las teclas del ordenador y su respiración agitada:

“Cansada de las continuas burlas de que se inventaba un novio distinto cada vez, decidió hacer realidad sus historias; pero no sabía cómo hacerlo necesitaba a alguien que le ayudara pero sin herir a nadie para no salir también herida.
La tarde era algo calurosa para ser invierno, se sentía algo fresco pero el sol hacía sentir el calor, caminando con sus compañeros por enésima vez asediada por uno de ellos que no perdía las esperanzas de que alguna vez cayera en su brazos, Iri cansada de este acoso busco al primer hombre que se le cruzara en el camino; alguien que le ayudara a quitarse de encima a este moscón.
Bajando del colectivo se encontraba Julián  y dirigió sus pasos al banco de su empresa para poder checar sus tarjetas, iba en un traje negro sin corbata porque simplemente la odiaba, se la ponía solo en su trabajo de ejecutivo de ventas, saco en la mano caminando pensando en que podría hacer para evitar que el dinero se le fuera como agua en estos tiempos de crisis; no solo económica sino también personal.
Al subir las escaleras que dan al centro de la ciudad, noto que una chica enfundada en uniforme escolar se dirigía hacia el con aire de conocerlo de años llamándolo no por su nombre sino como “amor”; extrañado volteo para ver si no era para otra persona, pero al sentir el cálido abrazo de esta señorita desconocida le confirmo que era para él  el cordial y amoroso saludo; al abrazarlo Iri le  suplico con desesperación: “por favor ayúdame finge que eres mi novio quítame estos mendigos de encima”.
Todavía sorprendido pero controlando su sorpresa y pensando que era una buena oportunidad de reírse de alguien que no fuera el mismo, le siguió el juego, preguntando que hacia ahí que le dijo que tendría clase a esa hora que no se verían sino hasta la noche, “cariño no me dijiste que estaría acá, te hubiera invitado a comer, entre otras cosas”.
Usando toda su cautela y tratando no parecer alguien desconocida, respondió que no tuvo clase y decidió darle la sorpresa al venir a buscarlo y pasar un ratito junto pero que si no quería se iría con sus compañeros, haciendo énfasis en la última palabra para darle a entender a ese desconocido que no quería seguir  con ellos.
Julián al momento captando el momento incomodo de los jóvenes que la acompañaban a su ilustre desconocida, que entre la sorpresa y el enfado miraban la escena; uno de ellos, José el más interesado en Iri no se quería ir pero sus amigos lo convencieron de que era lo mejor, obedecer el onceavo mandamiento “no estorbar”. Para echarle más sal a la herida el tomo del brazo y le dio un tierno beso en la mejilla musitando al oído de Iri, “me debes una buena explicación niña”.
Mientras caminaban tomados de la mano como novios pero por dentro cada uno organizando preguntas y respuestas para explicar uno la situación vivida y el otro decidir si seguir con este juego que no inicio y que lo perturbaba de sobremanera al ser abordado y no abordar como era lo correcto según su perspectiva, sintiendo la lejanía de sus compañeros, Iri soltó la mano que sujetaba y le pidió perdón por inmiscuirlo en un juego que ella provoco.
Le conto sobre la situación por la que pasaba contando a grandes rasgos lo sucedido y porque lo hizo, mirando el asombro de Julián se presentó con el: “mira me llamo Irlanda Me dicen Iri, soy una estudiante universitaria que necesita tu ayuda, por favor haz algo por mí de alguna manera yo tratare de solventar esta situación”.
“Para poder ayudarte si quieres necesito muchos datos tuyos, puesto que tus compañeros no creo que se hallan tragado el anzuelo y necesitaras reafirmar tu mentira hagamos un trato tú me das tus datos y algunas anécdotas necesitamos conocer algo de cada uno para complementar lo dicho por el otro”. Le comento Julián.
Al oír la propuesta Iri se quedó pensando en la posibilidad de dejar todo por la paz que con eso sería suficiente,  un poco preocupada en depositar la confianza en un completo extraño pero por otro lado sentía la necesidad de quitarse de una vez por todas el empalago de José que sabiendo que no hay nadie con ella seguiría con su acoso.
“Déjame tu número de celular para llamarte y darte los datos, y por si alguna vez necesito de tu ayuda, y si quieres después me llamas para que me pases tu información” fue la respuesta de Iri, “ok mira es 7609021916, me llamo Julián Gálvez Ávila, trabajo en Global Enterprise en el turno vespertino, practico deportes de contacto, soy muy gruñón y celoso” al decir esto último soltó una sonora carcajada.
La mirada de la chica fue de agradecimiento y a la vez de una súbita confianza,   “yo soy Irlanda Del moral Méndez, tengo 24 años y estudio historia soy tranquila y no me gusta la gente celosa” sonriendo y dando a entender que estaba de acuerdo con los datos de su nuevo amigo mejor dicho “novio”.”
  
Hasta aquí dejo el escritor su historia puesto que el cansancio era ya insoportable, necesitaba descansar y repones un poco de la lucidez que no tenía en ese momento además su relato no era muy corto ya y tenía que poner a trabajar para poder publicar en el diario. Sin embargo la idea de cómo lograr que estas dos vidas en apariencia lejanas una de otra tuvieran un nuevo acercamiento y sobre todo en que podría desembocar todo esto , seguía en su mente y sobre todo en sus manos que no paraban de teclear y prefirió apagar una rato la computadora y dormir siquiera unas horas….




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