miércoles, noviembre 20, 2013

Relatos ... El escritor de historias cortas IV

…La botella de licor poco a poco se iba terminando quedaba muy poco en el fondo y los  cigarros eran cada vez menos, al parecer esta tarde era de relajarse y beber hasta terminar el whiski, pero algo atormentaba a nuestro amigo Gustavo; su mente no dejaba de pensar en lo que tendría que poner en los siguientes párrafos de su mini historia de novela, pero también sus miedos salían a flote; su soledad no era solo por decisión, más bien era porque el perdió algo muy bello por su trabajo y su afición al alcohol.
Sin embargo era más la ansiedad de escribir de alguna manera sus ilusiones y sus deseos, los que pudieron sacarlo a flote, en su mesa una foto de sus años mozos con una guapa mujer llamada Rocío le hacían volver a ser el mismo escritor que ella conoció aquel que podía enamorarla con una poema o con una historia como la que se encontraba escribiendo:
“Al entrar a su casa parecía que no escuchaba a su madre reprochándole por qué llego un poco tarde; se dirigió a su habitación y espero una media hora calculando que el llegara a su casa, pero recordó que no sabía ni siquiera en que colonia o barrio vivía; así que mejor se preparó para estudiar un rato y esperar un momento para ver si ya había llegado.
El sonido de su celular le saco de sus pensamientos, y al ver el identificador de llamadas su corazón se aceleró, era el número de Julián, se sorprendió al recibir la llamada no esperaba que el marcara, de hecho ella pensaba llamar, contesto un poco aturdida pero no lo dio a conocer en su voz, reconoció la voz pero se le hizo un poco más especial, no había puesto atención en su tono, era un sonido agradable y que le invitaba a confiar en él.
“Hola espero no interrumpir ningún regaño o algo similar” le dijo en tono de broma; la sonrisa de ella le indico que no había sido muy dura la reprimenda, al escucharle la voz el inmediatamente imagino la escena al teléfono ella en su cuarto y escuchándolo, la voz de Iri era muy diáfana clara, y que invitaba a largas charlas; “no te preocupes no me dijo en si nada de ti solo me regaño por llegar un poco tarde.”
“jovencita Iri, me encantaría volver a platicar contigo frente a frente, eres muy agradable y la verdad no sé cómo ni cuándo  se dio esto, pero creo que fue buena tu acción de escogerme a mí como tú “patiño” no se tu pero yo me sentí a gusto a tu lado” al escuchar esto Iri se puso de mil colores al recordar cómo había conocido a Julián, por el hecho de tomar una decisión para quitarse de encima a José; pero se contuvo y solo contesto con un “gracias” aparentemente simple pero que llevaba un gran agradecimiento por encontrar a una persona como él.
Quedaron para verse un fin de semana para continuar con su plan por si José volvía a intentar acercarse en el plan de conquista con ella, encantada de volver a verlo para poder admirar esos ojos tan especiales que tenía, pero sobre todo por la manera en que el la miraba, lo que no sabía ella que sus ojos también habían llamado la atención de él y lo hechizaban y le hacían soñar un poco.
Cada uno se durmió con la esperanza de volverse a ver, ¿qué podía estar surgiendo en estas vidas, algún acercamiento más formal, o simplemente para seguir un juego que a ambos le gustaba? Eso lo veríamos al tiempo porque  todo tiene un propósito y el de ellos era quizá acercarse para conocer lo que ambos sentían pero que no se atrevían a decir de manera pública sino en su interior dejaban que se gestara una nueva ilusión en cada uno.”
La fatiga hacia estragos en el ánimo del escritor el cansancio se conjugaba con la embriaguez producido por el alcohol y el cigarro, así que decidió apagar el ordenador y descansar para seguir después con el relato; primero se dirigió a su recamara pero antes paso por el vaso de licor que estaba vacío y le puso lo último que quedaba en la botella y lo bebió de un solo trago.
Al parecer el sonido del teléfono sonando insistentemente era el mejor despertador que tenía a la mano, puesto que lo saco del sueño en el que estaba en su mundo donde él era dueño y señor del amor que perdió, volviéndolo a la realidad, que contrastaba con lo soñado.
“Te necesito ver para observar el avance que llevas para la historia del domingo, la continuación de tu historia rosa” fueron las palabras del jefe de edición, respondiendo con monosílabos le hizo ver que lo vería en cuanto se cambiara y tomara un desayuno; “Que no sea nada más tomarte una copa de licor porque es tu sana costumbre desde hace tiempo…” “no lo hare,” le interrumpió antes que hiciera mención de su situación sentimental.
Una vez tomado su desayuno se dirigió al diario, para entregar su parte realizada de la historia para el fin de semana; llego a la oficina del jefe y le entrego su trabajo, espero a que le dieran el visto bueno o de plano le regresaran el trabajo como a veces le hacían y tenía que trabajar contra reloj; pero esta vez solo se limitó a una seña de que estaba bien.
A punto de salir de la oficina escucho la voz del jefe pidiéndole que regresara para platicar un momento; imaginando que era lo que iba a decirle sobre todo por su adicción al alcohol, “Estoy preocupado por ti no dejas de beber, cada vez que vienes llegas oliendo a alcohol, soy el único que te soporta porque eres muy bueno en lo que haces, pero debes de hacer algo para controlar tu vicio” estas palabras taladraron la mente de Gustavo, pero se mantuvo ecuánime para no darle la razón a su jefe; pero por dentro sabía que tenía razón y que debía hacer algo.
Saliendo del periódico, lo primero que hizo fue ir directamente a comprar una botella de whisky y algunos cigarros para poder continuar con su obra, era su “gasolina de alto octanaje” y la necesitaba (eso siempre lo justificaba así), pero su ingenio e imaginación era natural en él; llego a su departamento y puso en su pequeña cocina lo poco de comer que compro: comida china  para el mismo día y algunos comestibles para sobrevivir en su lugar de gran inspiración, el lugar que ambos ocuparon y que al fallecer Roció en el accidente que el de alguna manera provoco fue su único lugar de se sentía en paz, donde disfrutaron de su amor durante varios años.
“Iri espero con impaciencia la llegada del fin de semana, no había vuelto a platicar con Julián (aunque ella lo deseaba), porque no considero correcto hacerlo, sin embargo lo intento un par de veces, pero al marcar en el celular no realizo la llamada; ya vería como le haría para poder comunicarse con él. Todos notaron un cambio en Iri, desde la visita del galán a la universidad; para mala suerte de su compañero José se veía radiante y sobre todo muy feliz.
Por su parte Julián no había dejado de pensar en ella, sobre todo paladeando el sabor que le dejo en los labios el beso imprevisto que el dio cuando la fue a visitar a su escuela; recordando todo el evento y la siguiente platica con ella en la cafetería, quería marcarle y decirle muchas cosas contarle su vida y saber mucho más de ella, pero se contuvo y espero al fin de semana, que se le hacía muy lejano, pero supo tener un poco de paciencia para aguardar el momento.
El sábado llego, con ello el día de la cita; Iri se arregló como pocas veces veía su madre, su cara irradiaba un brillo especial, algo que no lo había visto antes en su hija; le pregunto que si iba a salir con alguien y si lo conocía,  ella le contesto que si pero no mucho: “el joven que te vino a dejar la última vez” le respondió que sí, “bueno espero que todo vaya bien, cariño disfruta el momento y no llegues noche.”
El vestido que escogió para ir a la cita fue el mejor que le quedaba, el color azul le sentaba muy bien, le hacía lucir su figura y era su favorito, maquillaje discreto pero la hacía resaltar sus ojos. Por otro lado Julián  se preparaba para ir a ver a la “jovencita Iri,” como cariñosamente el la llamaba ahora; se vistió totalmente distinto a como regularmente  lo hacía, no uso traje, se puso unos jeans  negros y una camisa a juego de manga larga zapatos perfectamente lustrados y el pelo corto puesto que apenas había visitado la peluquería.
Poniéndose su lentes de sol, se encamino hacia el lugar de la cita, antes paso a ver a su familia, que se sorprendió al verlo tan arreglado en sábado, a lo que contesto con evasivas que tenía un compromiso de trabajo y que no podía faltar; respuesta que no convenció a su madre quien conocía a ese joven como la palma de su mano y era raro verlo contento y con los ojos con un brillo especial,” está intentando rehacer su vida” fue lo primero que pensó, le dio palmada y le dijo que no llegara tarde a su cita.
La puntualidad era una de sus principales cualidades de Julián, llego temprano a la cita, prefería esperar a hacer esperar a una dama; se sentó en una banca del parque y se dispuso a esperar, no tuvo que esperar mucho, puesto que ella llego uno minutos después caminando a paso ligero, pero firme, buscando con la mirada a su “novio”, no lo vio a primer vistazo; hasta que el la llamo por la manera que se le empezaba a hacer conocido: “jovencita Iri”.
Al voltear a ver hacia dónde provenía la voz se quedó sorprendida; la persona que la había llamado no era la misma que había visto cuando lo conoció, vestía en jeans con camisa a juego manga larga, lentes oscuros de aviador y una sonrisa cálida; era Julián que también ponía una cara de sorpresa y de aprobación sobre la figura que veía dirigiéndose hacia él, ambos no pudieron evitar una sonrisa de aprobación de cómo se veía uno y otro.
“Hola como estas” fueron las palabras de Iri al llegar al lado de Julián y le dio un beso en la mejilla, siendo correspondida por él, le invito a sentarse juntos; “como has estado ¿Cómo va la escuela?” fue la pregunta inicial, ella le comento que todo en orden sin contratiempos, sin vacilar el comentó: “me gusta cómo te vez eres muy linda pero con ese vestido te ves divina”, este comentario hizo sonrojar a Iri que no esperaba un comentario tan directo.
“Creo que tenemos una tarde para platicar o que sugieres hacer, podemos ir al cine, o ir tomar un café o un vuelta por el centro” propuso Julián; ella le dijo que podían ir a ver una película, pero como no sabía los gustos de él lo dejaba a su elección;  decidieron ir a la cafetería donde habían pasado en su primera cita (por así llamarlo),  así que con paso firme se dirigieron al lugar.
Las ideas que le daban vueltas a ambos era diversas; desde como iniciar la plática de que podían hablar sin apenas realmente se conocían, cada uno pensaba casi lo mismo así que inconscientemente preguntaron al unísono “¿qué piensas?” al oírse no pudieron más que sonreír con aires de complicidad, “al parecer pensamos un poco igual, la verdad me gustaría saber más de ti y que sepas de mi” fueron las palabras de Iri.
“Es un placer volverlos a ver por acá” fueron las palabras del mesero al llegar a la cafetería; “aún recuerdo su pedido ¿lo quieren igual o van a hacer algún cambio?” asintieron sin dudar un capuchino y un chocolate y pastel, una vez instalados, comenzaron las preguntas por parte de ambos en un juego de preguntas alternadas: “¿de dónde eres?” pregunto por principio de cuentas Iri a Julián; él le contesto que de la misma ciudad donde estaban, que nació aquí. Al tocarle el turno a él, Iri esperaba una pregunta similar a la que ella formulo grande fue su sorpresa cuando él le pregunto: “¿Por qué me escogiste a mí para ayudarte con tu compañero José?”…



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