Gustavo
siempre fue en un tipo con mucha imaginación desde de pequeño tenía en la mente
numerosas historias, distinta una de otra pero repletas de gran espontaneidad;
ahora que se encontraba en la carrera de periodismo, solía expresar mucho de lo
que en la cabeza tenía desde pequeño.
Dentro
de la carrera se distinguió de los demás por la capacidad imaginativa e
inventiva para poder relatar historias, cotidianas pero cargadas emotividad que
hacían de su trabajo una historia corta, algo que podía hacer con relativa
facilidad; y en literatura podía expresar los más bellos sentimientos brotados
de su corazón.
Esto
siempre lo hacía sobresalir de entre sus amigos y compañeros, además de crearle
diversas competencias con sus condiscípulos; sin embargo para él no había rival
en cuanto a redacción y sobre todo para conquistar chicas con su versos y
poemas, teniendo a sus pies a las más bellas chicas de la universidad; pero a
pesar de eso, solo podía suspirar por una sola persona: quien de alguna manera
era quien le había robado el corazón.
Siempre
fue una persona muy amable y con disposición a ayudar, cada vez que podía era
de gran ayuda para sus amigos, era un hombre tranquilo de facciones bien definidas, de cuerpo más o menos
atlético, ojos color miel que cautivaban a las damas; estatura aproximada de
1.70 metros, pelo castaño claro que cuando lo dejaba largo le hacían resaltar
el color de sus ojos.
La
única chica que parecía no importarle los atributos de Gustavo, era precisamente
quien le quitaba el sueño: Rocio una chica muy linda que conocía perfectamente
a “Gus” como le llamaba, iniciaron juntos la carrera y se empezaron a llevar
muy bien, después se distanciaron por su afición al alcohol y a las chicas, sin
embargo, ella sentía muchas cosas por él, pero le molestaba mucho como era y
que no se diera cuenta que ella quería estar con él.
Roció
siempre que el empezaba a contar alguna historia o recitar algunos versos, ella
se retiraba de ahí (puesto que consideraba que lo hacía para conquistar a las
chicas), sin saber que la mayor parte de sus versos eran dirigidos
especialmente a ella, la única manera de acercarse a ella era por
medio de sus palabras versadas, que le permitían expresar sus sentimientos
hacia ella.
Muchas veces escribía pequeños párrafos para
ella ensalzando su principal cualidad: su hermosa sonrisa y la amabilidad que tenía
para con todos: algunos de ellos posteriormente los vería ella por accidente:
“Me
encanta tu sonrisa, aunque no sea dirigida a mí, el simple hecho de verte contenta
me anima como no sabes el día. Eres algo que llego a mi vida, que nunca pensé
que fuera así, pero no me hago ilusiones se ve que no eres para mí.
Igual
me da que no sea así, mi vida es triste pero alguien como tú la anima, la hace
mejor a pesar de todo, tu simple presencia me hace sentir en las nubes eres mi
mejor influencia.
Gracias por estar aquí en este momento, aunque no
hables conmigo el solo hecho de verte hace un poco mejor mi estadía en este
mundo. Siempre he sido un solitario y lo seguiré siendo, por decisión propia,
pero si me acompaña alguien en determinado momento me gustaría que una persona
con tu frescura y con el don de gente que tienes.
Quizá
no eres la indicada, pero me encantaría que así fuera, las damas como tú no son
muy frecuentes, tus ojos a pesar de ser obscuros tienen algo que no sé qué es
´pero que me hipnotizan pero me atraen de sobre manera.
Cada
día me pregunto cómo será la persona indicada para mí, me gustaría que fueras tú,
aunque sé que eso es difícil, pero no imposible, solo que tú al parecer no
quieres nada conmigo, yo además soy un solitario. A pesar de todo noto algo
raro en ti a veces te veo contenta, otras como molesta, no sé qué pensar, mi
sentido común me indica cada tontería, si te molesta que me acerque a ti, si es
por algo raro que hice y te incomoda, no lose.
Seguiré
aquí no precisamente a tu lado pero si cerca de ti quizá a una butaca de
distancia o tanto como tú quieras, cada día será distinto porque tu sonrisa es
diferente, en cada momento veo el brillo de tus ojos al sonreír.”
Escritos
como este inundaban su cuaderno de apuntes, cada uno de ellos intentando
expresar lo que sentía por ella, el amor que contenía en su corazón y sobre
todo el desaire que ella tenía hacia él, puesto que ella nunca se quedaba a
escuchar en cada uno de ellos el nombre de su amada “Rocio.”
Todo
parecía un juego de seducción en el que cada uno hacia sus movimientos pero el
otro parecía no darse cuenta de los sentimientos del otro, pero poco a poco
empezaron a congeniar y a hacer conversaciones cada vez más amenas…
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